En Bocas de Ceniza temen el regreso de los muertos que bajan por el Magdalena
Dos cadáveres fueron hallados con signos de tortura, envueltos en alfombras y amarrados de los pies.
El trencito de Bocas de Ceniza transporta los últimos pasajeros de la tarde hacia Las Flores. Los rayos de sol del ocaso iluminan los rostros de los cansados comerciantes y pescadores que regresan a su casa. El día estuvo malo.
Al salir de la zona de playas las ruedas del vagón pisaban una alfombra negra con orillas rojas, que estaba ubicada mitad en los rieles, mitad derramada en el espolón tocando el agua. Nueve horas atrás, la tela recubría el cuerpo de uno de los dos hombres con signos de tortura y amarrados de los pies que fueron hallados boyando en la orilla del Tajamar Occidental.
Un primer cuerpo
Roque Miranda es uno de los caseteros que trabaja en Puerto Mocho, sector turístico de Barranquilla donde el mar Caribe y el río Magdalena se encuentran.
El hombre contó que alrededor de las 5:30 de la tarde de este domingo un grupo de turistas encontró un bulto envuelto en una alfombra negra. Al abrir el ‘paquete’, buscando toparse con algo de valor, hallaron fue el cuerpo de un hombre con dos disparos en la cabeza, una bolsa alrededor del cuello y signos de tortura.
“Era un hombre de mediana edad, tenía puesto un overol azul turquí hasta la cintura, no traía zapatos sino unas medias grises. Lo que más nos impactó es que no tenía el ojo izquierdo, se le veía el hueco vacío. Parecía que llevaba varios días porque se veía muy hinchado y la piel se le estaba cayendo”, afirmó Miranda, señalando hacia el lugar donde estuvo el cuerpo. Ahí quedó abandonado un guante de látex, como evidencia de la labor de los criminalistas.
Ese ‘turista’ indeseado obligó a los visitantes de la zona a irse por la conmoción. “Inmediatamente todo el mundo recogió sus cosas y se fue, cuando normalmente duran hasta más tarde”, anotó el comerciante.
Con 15 horas de diferencia
La brisa de la noche y un nuevo amanecer alejaron el mal sabor del hallazgo macabro. Sin embargo, cuando los caseteros se aprestaban a iniciar una nueva jornada, pescadores aficionados encontraron otra alfombra, igual a la del día anterior, cubierta con barro.
Con sólo 15 horas de diferencia, un nuevo cuerpo llegó bajando del río Magdalena y encalló nuevamente en el terraplén por donde pasa el trencito de Bocas de Ceniza. En la nueva víctima habían signos y vestimentas similares, sólo que este último ‘visitante’ tenía un suéter blanco cubriéndole el rostro y no estaba descalzo, vestía unos tenis blancos, marca Nike.
“También se notaba que llevaba varios días muerto y estaba sin documentos. La piel se le estaba como cayendo. Al igual que el otro, parecía que era de tez morena. A diferencia del otro este estaba boca abajo”, señaló Roque Miranda. En el lugar sólo estaba parte de la alfombra negra con la que había sido envuelta la víctima sin identificar.
El regreso de la violencia
Para Miranda que el río Magdalena les traiga muertos, en vez de peces o desarrollo, no es nada nuevo. Incluso que fueran dos las víctimas que encallaron, no lo alarmó. “Hace muchos años, cuando los grupos al margen de la ley hacían de las suyas, los cadáveres bajaban en fila ni siquiera los embalaban sino que uno podía ver perfectamente si eran hombres, mujeres, niños o ancianos”, relató el comerciante perdido en sus recuerdos.
Esta situación significó un momento muy duro para su economía y los negocios, “porque nadie quería bañarse en un agua llena de muertos”, como le expresaban los turistas. Ahora temen que esas épocas regresen y los bañistas se aparten del balneario que ofrece la vista única del encuentro del mar Caribe con el río Magdalena.